IBAMOS CAMINANDO…

Ibamos caminando la muerte, tu y yo. Normalmente habríamos caminado muy juntos;  o muy separados dependiendo del pie con el que nos hubieramos levantado. Era diferente y tétrico el querer abrazarnos los dos a la misma muerte que un día nos llevaría de la mano.

 

Yo a la derecha y tu a la izquierda, peleados por no estar en el centro y ser el punto álgido de todas las atenciones. Por una vez no eramos nosotros los protagonistas del cuento, a pesar de haber sido inspirado en nuestros pasos.

 

Todo había comenzado en el Juzgado de Guardia. La muerte, tu y yo entrábamos juntos al banquillo de los acusados.

 

No queríamos recordar los crímenes cometidos, ni los robos o los millones de delitos echos las semanas previas. Nos habíamos convertido en lo peor. Lo supe cuando me dí cuenta de que ni podía mirarte a la cara. Prefería atravesar con la mirada al juez, que tener que soportar tus ojos asesinos sobre mí.

 

La muerte era una acusada inocente. En realidad la habías utilizado para salirte con la tuya, pero habías conseguido que yo me volviera a enamorar de la manera más profunda y eterna en la que alguien puede entregar su alma. Enamorar, enamorarse con una pasión renovada, con esa pasión entregada y quieta con la que tu me amenazabas.

 

El juez dictó sentencia y contra todo pronóstico tu quedaste en libertad, a pesar de ser un asesino de los vivos. Un asesino de ilusiones y un ladrón de sueños, además de bancos, ordenadores y cámaras de vídeo.

 

Quedaste en libertad y quisiste ser mi sombra de nuevo. Me daba asco tu rostro pero estaba enamorada. Enamorada de la muerte a la que no volví a abandonar.

 

Nunca más pudiste robarme los sueños.

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Una respuesta a IBAMOS CAMINANDO…

  1. Asiria dijo:

      La muerte guardiana de los sueños. Un drama narrado con fuerza, caracter y decisión.
    Lo del juez ya es mas normal, pero el final es impactante!
    Bienvenida!

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