APENAS DOS DÍAS DESPUÉS DE MI CUMPLEAÑOS ÉL ME DEJÓ

Lo siento, la mía si es de desamor….

 

 

“ El caer no ha de quitar la gloria de haber subido”

 

Apenas dos días después de mi cumpleaños él me dejó, sin ninguna explicación, con una sonrisa enigmática en los labios que me golpeaba sin cesar y hacía que me preguntara cual era la puta razón por la que yo le había querido alguna vez.

 

La cena fría y la cera resbalando por las velas blancas y azules que decoraban una mesa puesta y llena de marisco y fresas con champagne. Una celebración romántica. En una esquina, un chuletón para el perro, también tenía que celebrarlo.

 

El día había comenzado normal. Otro año más,  con los mismos problemas de siempre, pero esta vez sola. Era demasiado común que aún siendo el día de mi cumpleaños él se hubiera marchado de caza nocturna, o a solucionar problemas laborales  a lo largo de toda la noche. ¡Hasta el perro agachaba las orejas cuándo el daba esas burdas excusas! Aunque no ahora, que disfrutaba comiendo al lado de la cena fría que congelaba más el ambiente, a pesar de las velas.

 

 Como siempre, desde hacía ya demasiadas vidas malgastadas; el perro y yo nos quedábamos sentados en el sofá sin fuerzas más que para correr y huír antes de que fuese tarde. La playa, nuestro consuelo nocturno de demasiadas noches, de demasiados días, de mi cumpleaños, y de otros tantos que habían quedado sin celebrar.

 

Una llamada y otra, el fin de la madrugada y el principio del día siguiente. La casa vacía y llena de temores. Nunca me había planteado que se fuera con otra, nisiquiera que pudiese tener el más mínimo roce fuera del plano paralelo que yo creía que habíamos creado. Y no estuve equivocada ni llegué nunca a tener razón.

 

Al día siguiente se marchó con la excusa de no querer amargarme el paso de más años. Que más da si ya me había amargado casi la vida entera.

 

No pude solucionar jamás los desengaños, ni aconsejar siquiera la forma de superar los momentos difíciles, nunca seguí consejos, y siempre hice lo que me dio la gana desde que se marchó.

 

Lo que nunca pude solucionar es que alguien volviera para sembrarme la misma duda de porque yo le había querido alguna vez.